6 de junio de 2013

Protesta

"El trabajo es la base de toda economía, 
dijo uno de los legisladores del Partido Partido.
La muchedumbre se exaltó en las calles de la capital 
y de inmediato volaron por el aire papelitos." 

Demonius Cocal
en "Detrá del pene del Doctor Renal"

La canción popular de nuestro país dice "Hombres y mujeres de la sombra/ alerta alerta os pedimos una cosa/ vamos a trabajar, a trabajar/ el mañana será nuestro con nuestro sudor/ puro semen y menstruación..."
Niños, adultos, docentes, magnates y empresarios corean a viva voz este canto de exaltación nacional, de perfección literaria que ha sido analizada por diferentes corrientes lingüístico-literarias y concluyendo en lo mismo: "¡Magnífica obra del sentir popular!"
Ahora bien, todo lo que tenga que ver con el trabajo asalariado y/o la retribución por el sudor personal, debería ser castigado so pena de degollamiento. Dado que lo que se le exige al animal humano (prepotente de la Historia) someterse cotidianamente, hasta cuando está en período de descanso, a desarrollar tareas que solo entregan un regocijo melifluo que de tan abstracto se pierde en lo espeso de su propia vorágine racional.
Es tediosa la repregunta constante. Por esta misma razón, como ha sido adaptada en nuestra Historia, como nación joven y con intereses primer mundistas, se nos incita a no preguntarnos el por qué de las zapatillas y el óxido de las cañerías o el por qué del espíritu conquistador de las cucarachas. El deseo de continuar a pesar del frío (tedioso ímpetu de abrigarnos en invierno renunciando a nuestros vellos corporales para alejarnos cada vez más de los animales) y la caprichosa postura de avanzar hacia el futuro (otro categórico adefesio abstracto que nos impone la buena conciencia) nos pone en el brete de considerarnos todopoderosos, activos que jamás deben cesar en la impostura, en la negación de todo acto o el suicidio.
El trabajo no nos hace dignos, el trabajo asalariado no es más que una condena que debemos sostener para sostenernos y mantener un status de vida que cada día se fabrica con horas, con días, con vacaciones pagas y con un sin fin de necesidades materiales y abstractas que atentan con la gratuidad de la masturbación, de la defecación y de la respiración, instituida como maligna o demoníaca en las esferas del pensamiento homogeneizante.
Ahora bien, la respuesta inmediata de los lores del martillo, la hoz y el comercio exterior, aunados en infantil capricho por imperativos morales, dirán que ya no estamos capacitados para abandonar todo, que no se puede detener la maquinaria laboral que perpetra, cada día en una abstracción totalizante (les recordamos a los lectores que nuestro país sobrevive gracias al empleo de oficinas y empleos sin producción material y de uso) nuestra cotidianidad animal. A lo cual opondremos la real afirmación que de nada sirven los edificios, de nada sirven las ensaladeras ni los cubiertos como necesidades básicas.
De las estrofas citadas al comienzo de la canción nacional, solamente rescataremos aquellas que hacen referencia a lo inequívocamente humano que es el semen y la menstruación, lo demás es una exaltación del sin sentido de la historia que devino hasta hoy en un sometimiento caprichoso.
A todos aquellos bien intencionados individuos que sostienen que la elaboración de productos, la digitalización de contenido analógico, la producción de contenido infantil para subordinación del futuro adulto; les decimos: ¡No olvide aquellas mañanas de excitación juvenil en la que detestaba a sus progenitores y que la única acción de importancia vital era la masturbación y su consecuente placer! ¡No abandone la idea de su cuerpo como materia que ya no estará en un corto período de tiempo!
De esta forma, amedrentaremos al sometimiento tácito que nos abruma bajo la frase "Debo hacer aunque no quiera, lo deteste o me torture; porque de otra forma no podré subsistir". De inmediato dará cuenta que la subsistencia es algo más visceral y desinteresado; abandonando el confort aparente de la vida civilizada y se sumergirá en una deliciosa barbarie que perderá su nominalización de inmediato porque carecerá de su antinomia histórica.

Es una opinión de los ensañados.

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